
Por La Noche
Último aliento.
25 de noviembre de 2011
Inhalo un último aliento, solo el palpitar de mi corazón puedo sentir, hace eco en la inmensidad. El tiempo se congela, la briza se detiene. El duelo en el que me encontraba dio un giro, uno inesperado. Mi armadura ya no pesa, no más estallidos metálicos… ni gritos de guerra. No entiendo que ha sucedido. No siento ardor ni frio, pero el dolor en el pecho es insoportable. La fría hoja plateada de mi contrincante, hace resaltar el carmesí cálido que ahora corre por ella. Lagrimas saladas brotan de mis ojos. Mis ojos que ven con horror una melena castaña delante de mí, el cuerpo de un hombre formidable que me hace ver más pequeña y delgada de lo que en realidad soy. Y allí, caigo de rodillas. Ahora mis ojos son como cascadas, y mis temblorosas manos dejan escapar una espada pesada de dorada empuñadura, para acariciar la melena de aquel hombre. Para rodear con mis brazos ese formidable cuerpo, que recibió la estocada para dar fin a toda batalla. Y yo ciega, no vi llegar a ninguno de los dos. Ahora respiro una vez más y tiemblo, con mi señor en brazos. Y me dejo ir con él.